domingo, 12 de diciembre de 2010

El regreso de un maestro

Ahora, después de un silencio prolongado, y ahora que este año 2010 se acaba, parece un buen momento para retomar este humilde blog para hacer un repaso de lo que estos 365 días han dejado caer en nuestras pantallas. No ha sido quizá el año más prolífico para el cine, es cierto, pero sin embargo lo recordaremos por el lanzamiento de unas cuantas películas que quizá se vayan ganando a empujoncitos, unas con mucha más facilidad que otras, su sitio en la historia. Sin ningún orden partícular, vamos a analizar algunos de los exitos del 2010.

Poco después de la última ceremonia de los Óscar, uno de los grandes volvía a las carteleras: nada menos que Martin Scorsese adaptando la novela de Dennis Lehane, Shutter Island. Bajo este título, el legendario director de obras maestras como Mean Streets, Taxi Driver o Gangs of New York nos presentaba este apasionante thriller ambientado en un oscuro hospital psiquiátrico situado en una pequeña isla. Con un elaborado argumento y guión que a algunos aficionados a la lectura patria podría recordar a la obra Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena, el film nos mete en la piel de Teddy Daniels, un agente del gobierno brillantemente interpretado por un maduro Leo DiCaprio (más que probable aspirante por partida doble a los próximos premios de la Academia), encargado de investigar unos extraños sucesos ocurridos en el centro emplazado en Shutter Island. El reparto lo completa un siempre genial Ben Kingsley como director del centro, Mark Ruffalo como compañero del agente Daniels y Michelle Williams como la fallecida esposa del protagonista.

La cinta, como no podía ser de otra manera, pasa de la presentación de los personajes y los hechos al nudo central con una cadencia perfecta, jugando con nuestra razón y entendimiento hasta su sorprendente y brutal punto final. El Sr. Scorsese nos deja pinceladas de su maestría en planos alucinantes como la llegada a la isla, sus paisajes y los exteriores e interiores del centro, o en juegos de colores magistrales como los de los delirios oníricos de Leo. Todo esto acompañado de una banda sonora escogida con muy buen gusto por el productor Robbie Robertson y formada en su mayor parte por música clásica moderna, incluyendo obras de John Cage o Ingram Marshall, que contribuyen tanto a la tensión cuando recorremos los oscuros pasillos de los pabellones del hospital como a cuando nos emocionamos, asustamos y lloramos con los recuerdos y ensoñaciones de Teddy.

Mención especial requiere la genial interpretación de DiCaprio. Mucho ha llovido ya desde que aquel joven guaperas e inexperto se ahogara en el Titanic o se enamorara de Julieta en aquel bello experimento de Baz Luhrmann. Este hombre ha ido demostrando año tras año que tiene talento más que suficiente para no levantarse del asiento que se ha ganado a pulso como uno de los actores de esta época. Scorsese lo sabía y lo sabe, y por ello no ha dejado de confiar en él desde que protagonizó una opera magna como lo era Gangs of New York, aceptó su capricho de encarnar a Howard Hughes y volvió a darle una oportunidad en The Departed. Ahora, 7 años más tarde de su primera colaboración, el esfuerzo y la experiencia se ve recompensado con una interpretación magnífica y la caracterización de un complejo personaje que no se olvida fácilmente.

En definitiva, aficionados al thriller psicológico, ahora que se acaba el 2010, no se olviden de repasar una de las películas del año, y aficionados al cine en general, no dejen de apreciar el trabajo de un maestro que deja su alma y su amor al cine en cada encuadre. Una dedicación así no pasa inadvertida, y espero que disfruten tanto como yo con lo que es toda una lección de como contar bien una buena historia. Todo un sobresaliente.

Tengan un buen día, y gracias por leer.

Adrián Díaz.

sábado, 31 de julio de 2010

Saw VI... ¿Esta vez si?


Creo que puedo suponer sin temor a equivocarme que todavía nadie se ha olvidado de cierta película que hace ya algunos meses fue inesperadamente retirada de la cartelera de todos los cines de nuestro país antes incluso de que llegara a formar parte de ella. Una película que ostenta el record de ser la primera sin contenido pornográfico en ser merecedora, segun nuestro ministerio, de la clasificación X. Por supuesto estoy hablando de la sexta entrega de la violenta y escabrosa saga de terror Saw.

Saw es una saga que impactó desde su primera entrega en los amantes del thriller, por su originalidad de planteamiento, su vertiginosa dirección, su sorprendente final, y el carisma de sus personajes, sobre todo, por supuesto, de uno de los mejores villanos que el género de terror ha visto en lustros: el personaje de John Kramer, a.k.a. Jigsaw, brillantemente interpretado por el estadounidense Tobin Bell. Desde esta primera entrega, dirigida en 2004 por James Wan, coguionista de la misma con el también protagonista Leigh Wannel, en los ultimos seis años sendas entregas han ido rodando en los proyectores de los cines de todo el mundo, con una calidad que notoriamente decaía a cada nuevo capitulo de la polémica saga, a pesar de que la calidad de la opera prima le guardara una eterna plaza de joya en nuestra memoria.

Pues bien, según la web aullidos.com, ha aparecido en la lista de clasificadas para +18 del ministerio de cultura, una "Saw VI: Montaje del productor". Aquí os dejo la fuente de la noticia. Dejando a un lado la crítica cinematográfica pues, pese a que este redactor disfruto como un niño con su primera entrega, es innengable la progresiva decandencia de su brillantez original desde la segunda parte hasta ahora, lo que si es digno de mención es la clasificación de este filme.

Si, Saw VI es una película violenta. Pero también lo eran sus predecesoras. Y muchas más cintas cuyos carteles se pegan cada día en las paredes de nuestros cines. ¿Por qué ahora si hay una X en su ficha? No vamos a llenar estas líneas con rumores, que los hay, y muchos, y si las emplearé para denunciar a un ministerio que debería dejar que los mayores de edad decidan a que se exponen delante de una pantalla de cine, porque en este país ya se supo durante demasiado tiempo que era que decidieran por uno. Y no gustaba demasiado. Y me da igual si esta película es violenta, repulsiva o atenta contra la moral humana, para eso está el "mayores de 18", porque la misma gracia me hace que ahora nos quieran endilgar una "versión del productor" a la que supongo habrán quitado las escenas que puedan herir ciertas sensibilidades. ¿No resulta familiar este recorte de carrete en España? Como de hace 50 años cuando aquí la situación era la que todos sabemos. ¿Volverán a cambiar tambien las portadas de The Rolling Stones en su próximo disco? No queremos versiones edulcoradas, no queremos volver a una dictadura, no queremos estar a la cola del mundo. No importa la calidad, por otro lado cuestionable, del filme. Ahora mismo lo que ha pasado con Saw VI es un símbolo de una censura inadmisible en estos tiempos. Porque más ganas de vomitar da ver a Jennifer Aniston en su ultima bazofia diabética. Por ejemplo.

Ahora mismo se está preparando la siguiente entrega, nada menos que Saw 3D, de la cual su director ha dicho será la más violenta y sangrienta de toda la saga.

Censores, afilen sus tijeras, debía hacer mucho tiempo que deseaban usarlas...

Que tenga un buen día, gracias por leer.

Adrián Díaz

martes, 6 de julio de 2010

Una leyenda eternamente joven


Si hay algún personaje que haya despertado en mi la más profunda admiración, una cierta y muy humilde identificación de ideas y hasta cierta envidia a lo largo de la historia del arte, y de la humanidad en si misma, ese sin duda sería el Sr. Oscar Fingal Wilde. A lo largo de sus relatos, obras de teatro y, quizá sobre todo, la novela que nos ocupa, Wilde nos dejó su hedonista, pesimista y optimista a la vez, según con el cristal con el que se mire, visión de la humanidad. Su gusto por lo estético, decadente, por el arte por el arte o, como él mismo lo llamaba irónicamente en el prefacio de El Retrato de Dorian Gray, el “arte inútil”, rezumaba de cada palabra que escribía como cantando, con una voz preciosa, por cierto, a los placeres de la vida, única razón, si se le puede llamar así, de existencia.

Cuando nos enfrentamos a la obra de una personalidad de estas características, cuyas palabras parecen ya mancilladas por la posibilidad de una interpretación errónea por parte de nuestro intelecto, cuanto más tiento se ha de tener a la hora de manipularla y moldearla a nuestro antojo para encajarla, en este caso, en una pantalla de cine. Mucho se ha aprovechado la figura del joven Dorian Gray, eternamente joven para disfrutar de los frutos de la vida, a cambio de la putrefacción de su bello retrato, literaria alegoría y prácticamente símil de su alma. Descartando desastrosos usos de dicha leyenda, como el que tuvimos la desgracia de ver en La liga de los hombres extraordinarios, pretendo dedicar este artículo, con motivo de la reciente nueva adaptación, a las apariciones del hermoso joven británico en la gran pantalla.

Empecemos por el principio. En 1945, Albert Lewin dirigía una adaptación de la novela de Wilde, contando con el que a la larga sería un llamativo reparto, con Hurt Hutfield como Dorian Gray, y en el que cabe destacar un genial Lord Henry interpretado por George Sanders, o una hermosa y jovencísima Angela Lansbury dando vida a Sybil Vane, actriz y amante de Gray, y que se completaba con Donna Reed y Peter Lawford. Esta obra, pese a caer en varios de los clichés de la época, supo retratar fielmente el espíritu de la obra original, con un guión sublime y muy bien escogido de entre la interminable lista de citas inolvidables del maestro.

Por supuesto, deberíamos tener en cuenta a la hora de juzgar este detalle como un “pro” respecto a la versión recién estrenada que en la década de los 40, y por suerte, la industria americana tenía por delante en la lista de prioridades un guión con gancho y trabajado al resultado estético de su aplicación. Esto resultó en una colección de guionistas brillantes que durante bastante tiempo quitó en Hollywood fama y prestigio a sus colegas realizadores, cuyo trabajo pasó más desapercibido. En este caso particular, guionista y director eran la misma persona, lo cual, en el momento preciso, proporcionó al filme un adecuado equilibrio entre esteticismo e ingenio, única forma, por otra parte, de hacer justicia a la obra de Wilde, quien llevó este equilibrio a su máxima representación.

Esta película, pues, nos deja escenas dignas de la novela, como el monólogo de presentación de Lord Henry, en el que se combinan los insuperables textos con una gran interpretación de George Sanders, en una inolvidable escena en la que caza con tranquilidad una hermosa mariposa mientras habla, así como con un magistral manejo de la cámara que volvemos a ver en los juegos de luces y sombras en los momentos más dramáticos de la película. Pero como ya he dicho, y para no caer en el “cualquier tiempo pasado fue mejor”, no es una película perfecta, y al igual que la que trataremos a continuación, la obra de Albert Lewin quedará anclada entre otras tantas cintas de su década por su falta de originalidad cinematográfica y su caída irremediable en el uso indiscriminado de las probablemente obligadas escenas prototipo América de rigor que, por otra parte, se han convertido en clásicos por algo, y en este filme se aprecia su elegancia y buen hacer en el uso de la cámara, los decorados y las luces tan bien o mejor que en cualquier otro de la época.


Avanzando nada menos que 65 años en el tiempo, nos encontramos con esta nueva versión, realizada por el discreto Oliver Parker que, para sorpresa de pocos, cae exactamente en los mismos errores que predecesora, claro que adaptando dichos fallos a nuestras fechas. Recordemos que Oliver Parker ya había tenido contacto en el cine con la obra de Oscar Wilde, dirigiendo las adaptaciones de La importancia de llamarse Ernesto y Un marido ideal, y no por ello parece haber aprendido nada. Como la que data de 1945, aunque lo veamos más claro en esta ocasión por obvias cuestiones temporales, esta película trata fallidamente, como no podía ser de otra manera, de pasar a Wilde por la trituradora y entregarlo masticadito a una audiencia fácil de grandes almacenes. No hace falta ser un genio para darse cuenta de que esto no tiene sentido. Y es que El retrato de Dorian Gray no es una obra para todos los públicos, y no tenemos que esforzarnos en que así sea. Queda así dicho que, desde mi punto de vista, y al menos realizadas de esta manera, estas películas son un error desde su propia concepción.

Centrándonos en su análisis, voy a romper una lanza a favor del reparto, encabezado por un Ben Barnes en la piel de Dorian, el cual me ha sorprendido gratamente. Los cambios en la personalidad y actitud de Gray desde que llega a Londres y a medida que va cayendo en toda su espiral de decadencia se ven claramente reflejados en la expresión del joven Barnes, trabajo nada fácil a parecer de un servidor. Habrá que tenerlo vigilado en sus próximos trabajos. También un Colin Firth en el papel de Lord Henry, cumplidor como siempre pese al triste uso de dicho personaje en esta película, cuyo significado y, más superficialmente, carisma y forma de ser, se ven fatalmente truncados por esta adaptación. Nos encontramos con un Lord Henry asustadizo, pura fachada, que termina echándose atrás cuando la decadencia de Dorian le supera, cosa que nunca llega a pasar. Esto no debería dar lugar a una crítica dura en cualquier otra adaptación, sobre todo teniendo en cuenta la libertad que todo autor debiera tener para moldear su creación, pero en una obra donde el simbolismo de los personajes es intocable, un cambio así es imperdonable. La película transcurre como a trompicones, precipitada en la trama durante los primeros minutos para después darse un descanso y regocijarse disfrutando de la personalidad de los seres que tanto se apresura en presentar, sin duda la mejor parte de la película. Un vestuario, fotografía y ambientación realmente logrados, al estilo de otros Londres sombríos que hemos podido ver hace poco en la gran pantalla, como el Sherlock Holmes de Guy Ritchie o incluso el Sweeney Todd de Tim Burton, pero que no logran salvar un ambicioso trabajo que no puede responder a la carga que se ha puesto sobre sus propios e ineptos hombros.


El resultado es así una película del montón, una versión light, casi podríamos decir “teen”, del clásico de Wilde: persecuciones que no viene a cuento, efectos visuales, historias inventadas… Made in America. No quiero parecer presuntuoso a la hora de criticar la industria americana que tantas y tantas horas de diversión y emoción me ha proporcionado, pero como ya he dicho en otras ocasiones, Hollywood en ocasiones es un virus contra el que algunas obras deberían estar inherentemente vacunadas. Hay que valorar, eso si, que detrás de estas dos películas hay mentes que han sabido apreciar el mensaje de Oscar Wilde lo suficiente como para que en sus obras dicho mensaje quedase intacto, lo cual sucede en una cantidad de ocasiones mucho menor de la que debería. El problema no está en los creadores, probablemente, sino en el intermediario. Esto no es Jurassic Park, no es Avatar, no es Die Hard. No es una novela que Hollywood, ni en los 40, ni ahora, ni probablemente nunca, pueda adaptar a la gran pantalla.

¿Por qué entonces molestarse en escribir este artículo sobre dos películas que no tienen mayor importancia? Precisamente para reflexionar sobre ello. Es una pena, si, pero hay obras que jamás serán de opinión pública, y frivolizarlas o edulcorarlas hace un parco favor tanto a la obra como a los espectadores. Y da que pensar que, después de la primera vez, 65 años después, con todo lo que ello significa, se sigan cometiendo los mismos errores. No promovamos esto. La miel no está hecha para la boca del asno, y el granjero no se debería empeñar en hacer una miel especial para ellos. Las cosas son como son, y las posibilidades y limitaciones de la industria americana les hace alcanzable ser los mejores en ciertos campos, pero les imposibilita sembrar en muchos de los demás. Siempre será culpa tanto de los creadores como del público, es este pez que se muerde la cola, pero nada es perfecto, y esto no es una excepción. Dejemos que Hollywood nos haga reír, emocionarnos y divertirnos como bien sabe hacerlo. Para todo lo demás… Cine de autor.


No se perderán ni un ápice de la historia del cine si no ven ninguna de estas dos películas en su vida, pero si son unos curiosos como su redactor, o simplemente admiran la obra de Wilde y tienen un par de horas libres, satisfagan esa curiosidad, no les hará daño y puede ser un grato entretenimiento para una tarde aburrida. Por otro lado, si tienen algo más de tiempo y no han leído esta increíble novela, no duden en hacerse con una copia de la misma, pues ella si ya es historia, y siempre lo será. Así que pensemos que si estas adaptaciones al menos sirven para recordar a la gente que un hombre llamado Oscar Wilde una vez escribió una novela llamada El retrato de Dorian Gray y despertar su curiosidad por la misma, para mi habrá merecido la pena.

Gracias por leer y hasta la próxima.

Adrián Díaz.

sábado, 13 de marzo de 2010

Being Italian

Tras la ausencia de esta gran película en los Oscar, como he repetido hasta la saciedad, a este redactor se le ha quedado la espinita de poder hablar largo y tendido sobre ella, así que una vez terminada la ceremonia y repartidos los premios, me parece un buen momento para repasar uno de los, a gusto de un servidor, mejores films del año.

Nine es la adaptación del famoso y homónimo musical de Broadway (que en su momento protagonizó un magistral Antonio Banderas), el que a su vez era, por así decirlo, un remake musical del clásico de Fellini "Otto e mezzo". Esta película, llamada así porque hasta entonces el realizador italiano decía haber dirigido "siete películas y media", narraba las diatribas de otro director italiano, Guido Anselmi, interpretado por un siempre brillante Marcello Mastroianni, que no era otra cosa que la proyección de la vida, pensamientos, sueños y deseos del propio Fellini en la gran pantalla.

Otto e mezzo nos cuenta al mismo tiempo la falta de inspiración de Guido, considerado un genio por sus anteriores trabajos, al enfrentarse al guión de su nuevo proyecto, y su extremadamente caótica relación con las mujeres de su vida: su sufrida esposa, su ardiente amante o su musa y estrella de cine, entre otras. También vemos a través de la pantalla como le embargan imágenes continuas y oníricas de su infancia, en las que recuerda el despertar de su apetito, gusto y necesidades artísticas, de la sexualidad, o la figura de su madre, símbolo de la pureza, perfección y femineidad. A medida que la cinta avanza, la misma nos va sumergiendo en los turbios pensamientos y dilemas de la mente de Guido, y por tanto, del propio Fellini: La preocupación de haber agotado las ideas y la inspiración de la mente de un genio, o por el contrario, de revelarse de una vez por todas como un vividor que nunca ha tenido ningún talento.

Fellini nunca llegó a ver la adaptación de Broadway de su película, aunque dió su permiso para que se llevara a cabo (eso sí, pidiendo que no se incluyese su nombre en los créditos). En el musical, salvo el cambio de apellido del protagonista de Anselmi a Contini, el argumento no presenta demasiadas diferencias, y aunque servidor no ha tenido la oportunidad y el placer de contemplar la obra, en el film de Rob Marshall vemos fielmente retratada la historia de Otto e mezzo, eso sí, coloreada y modernizada, aunque de una profunda belleza estética tan cautivadora como la original.

Rob Marshall, tras dirigir la sublime y ganadora de Oscar a la mejor película Chicago, y Memorias de una Geisha, vuelve a realizar un trabajo espectacular con otro musical de la mano de un no menos llamativo reparto. El cuatro veces nominado y dos veces ganador del Oscar al mejor actor principal Daniel Day-Lewis (Gangs of New York, Mi pie izquierdo, Pozos de ambición...), hace un trabajo de primera en el papel que en su día interpreto el Sr. Mastroianni. En un principio, iba a ser el español Javier Bardem quien se hiciera con el papel, pero tras rechazarlo, fue el actor británico quien acabó siendo convocado por el Sr. Marshall (según se comenta, por tener el mismo agente que Judi Dench...). Day-Lewis merecería su tercera estatuilla por su encarnación de Guido, en la que no solo actúa tan maravillosamente como nos tiene acostumbrados, sino que además canta y baila (no tan bien como actúa) en algunos de los números más profundos, emocionantes y, por cierto, mejor filmados que el mundo de los musicales alguna vez pueda haber dado.

Mujeres, mujeres y más bellas mujeres completan el reparto de Nine casi en exclusividad. Una dulcísima, encantadora y genial Marion Cotillard (ganadora de un Oscar por La vie en rose) interpreta a Luisa Contini, esposa de Guido, quien conoce sus infidelidades y vive con ellas, permaneciendo al lado de Guido mientras este se hunde y se regocija, a partes iguales, en su propio mundo. Cotillard luce su versatilidad en dos números musicales, My husband makes movies y Take it all (reescrita para ella y nominada a mejor canción este año en los premios de la Academia). Carla, la amante de Guido, es interpretada por nuestra española favorita, una arrebatadora Penelope Cruz que nos dejó a todos boquiabiertos en el increiblemente sensual número A call from the Vatican. Este papel le valío a Penelope su segunda nominación consecutiva a mejor actriz de reparto, aunque este año no tuvo tanta suerte como el pasado, cuando se lo llevó por su papel en Vicky Cristina Barcelona, de Woody Allen.

Una gran revelación, al menos para un servidor, el inesperado talento y belleza de Kate Hudson, quien cumple a la perfección su papel de la periodista americana que, para variar, está loca por nuestro protagonista y su mundo. En su número, Cinema Italiano, baila y canta como nadie podría haber imaginado. Estaremos atentos a sus próximos trabajos, y rezando para que alguno de ellos vuelva a ser un musical. La bella australiana Nicole Kidman realiza el papel de Claudia, la musa de Guido, protagonista de sus antiguos éxitos. Aunque no es su mejor película, obviamente, la actriz realiza un buen trabajo, y canta la conmovedora canción Unusual Way. Cabe destacar el fichaje de Fergie, la cantante del grupo Black Eyed Peas, para interpretar a Saraghina, la gitana responsable del despertar sexual de un infante Guido y de sus amigos. No hay palabras para describir el número que realiza ella y el coro de bailarinas, el famoso Be Italian. Haganse un gran favor a ustedes mismos y a su sensibilidad artística, y veanlo cuanto antes.

Mención especial merece la legendaria Sophia Loren, que borda, como no podía ser de otra manera, el papel de la madre de Guido. Legendario y clásico instantáneo la escena en la que canta Guarda la luna, mientras un pequeño Guido se turna con su representación adulta para bailar con su madre. Cierra el reparto Judi Dench, realizando un buen trabajo como la ayudante, amiga y confidente de Guido, y cantando en el número Folies Bergère.

En resumen, para un servidor, estamos ante la mejor película del 2009, junto con la, por otra parte, diametralmente opuesta Inglourious Basterds. Rob Marshall vuelve a maravillar nuestros ojos con unos decorados y un vestuario lleno de bellos colores, unas coreografías perfectas con las que demuestra el por qué de su exito en Broadway, y con las que no nos extraña que Kate Hudson lo haya nombrado "el nuevo Bob Fosse". El realizador estadounidense ha sido convocado por Disney para dirigir proximamente la cuarta entrega de Piratas del Caribe (que por cierto, ya vale, ¿no?), para la cual cuenta con Penelope Cruz, pero crucemos los dedos para que en breves vuelva a sorprendernos con otro gran musical como ya lo son los dos que ha realizado. Con esta dirección y este reparto de lujo, sorprende el poco éxito de su estreno, pero creanme, denle una oportunidad a este film y no se arrepentirán. Así mismo, aprovechen para revisar la original Otto e mezzo de Fellini, la obra, y al mismo tiempo, vida, de uno de los mayores genios con los que el séptimo arte ha tenido el honor de contar.

Disfruten de ambas, gracias por leer y hasta la próxima. Que tengan un buen día.

Adrián Díaz.

lunes, 8 de marzo de 2010

And the Oscar goes to...

Kathryn Bigelow y su obra The Hurt Locker, grandes triunfadores de la noche con nada menos que 6 estatuillas. Con más o menos controversia, esta historia sobre un grupo de artificieros en Irak ha conseguido vencer a la titánica Avatar de James Cameron en un duelo que, tristemente, excluía de manera brutal a cualquier otro film candidato. The Hurt Locker se ha llevado, además de los prestigiosos mejor película y mejor director (directora, en este caso, la primera fémina de la historia en hacerse con el premio), mejor guión original que se lleva para casa el Sr. Mark Boal (en los corazones de muchos, servidor incluído, el "tío Oscar" está ahora mismo en la estantería de nuestro amigo Quentin), edición, edición de sonido y efectos de sonido. Avatar, por otra parte, se ha visto relegada a los premios gráficos, esto es, fotografía, dirección artística y efectos visuales.

El hecho de que The Hurt Locker haya conseguido la victoria en las categorías reinas puede provocar sonrisas y llantos. The Hurt Locker no es una película centrada en el patriotismo. Es una película que nos habla de la naturaleza humana, de que no necesariamente luchamos por una bandera, por una causa, o ni siquiera por una idea. Simplemente hacemos aquello que nos hace sentir vivos, nuestra droga, en el caso del artificiero brillantemente interpretado por Jeremy Renner, desactivar bombas, la adrenalina que ello le produce, lo que le divierte, y si seguimos extrapolando, la razón de su existencia. Por esta parte, no deja de alegrarme que una película así se haya visto premiada. Pero por otra parte, si las puertas de la Academia se han abierto al cine más independiente, veo entre los candidatos autenticas obras maestras como An Education o sobre todo Inglourious Basterds, mucho más merecedoras del reconocimiento, películas que divierten y emocionan a partes iguales, esteticamente bellas, rebosantes de carisma y personajes inmortales. Es cierto que no veo al Sr. Tarantino, el niño más macarra de ese patio que es Hollywood (no había más que verlo llegar junto con Eli Roth y Diane Kruger diciendo la fiesta que se habían pegado a base de champán y pizza), recogiendo un Oscar al mejor director, pero bueno, ya se sabe como funciona esto. Dios bendiga America, que dicen. En cualquier caso, los que amamos el cine, el arte en general, y además pasarlo bien, recordaremos este año como el año de Inglourious Basterds, y no como el de aquellos desactivadores de bombas.

Dejando de lado esto (que uno se enerva y acabará volviendo a criticar la imperdonable ausencia de Nine), en cuanto a los premios dedicados al reparto, todo salió según lo previsto, Jeff Bridges se alzó con el suyo por Crazy Heart, Sandra Bullock por The Blind Side (ganadora del Razzie y del Oscar el mismo año, da que pensar), Mo'Nique mejor actriz de reparto por Precious, y un barbudo y tímido Christoph Waltz por Inglourious Basterds. Cabe destacar como este gran actor se vino abajo al recoger el premio, con la lengua trabada, intentando en vano agradecer a Tarantino la oportunidad (más que aprovechada) que le fue otorgada: "nunca podré agradecerlo, pero puedo empezar ahora". Además, detalle cómico incluído al recibir el Oscar de manos de Penelope Cruz, al parafrasear a su personaje en los bastardos: "¡Penelope y Oscar, que super bingo!". Enorme, Sr. Waltz.

Respecto a los guiones, mis compañeros y yo seguimos ofendidos después de ver como Mark Boal se llevaba la estatuilla por The Hurt Locker, hecho que, por otra parte, estaba más que claro. Y no solo porque amemos a Tarantino y a sus bastardos, sino porque otras grandes películas como la maravillosa Up o la genial A Serious Man merecerían, en opinion de este redactor, que el Sr. Boal rechazara la estatuilla llorando de vergüenza. Por otra parte, Precious se llevó su segundo Oscar en la categoría de mejor guión adaptado.

En banda sonora original, una gran alegría (pese a lo reñido de las candidaturas), Michael Giacchino por su genial trabajo en Up. Además, grande y esperanzador el discurso del mismo al recogerlo, animando a los jóvenes a que hagan aquello que quieren hacer, ya que de ninguna manera es una perdida de tiempo dedicarse a este mundo.

Sorpresa, al menos para mi, en la categoría de mejor película extranjera: la argentina El secreto de sus ojos venció a la sublime Das Weisse Band de Michael Haneke. Por otra parte, nuestro corto nacional, La dama y la Muerte, no consiguió llevarse el mejor cortometraje animado, en favor de Logorama. Mejor canción fue para The Weary Kind, de Crazy Heart (para disgusto de todos los que nos enamoramos de Marion Cotillard cantando Take it all en Nine). Otros premios de la noche fueron mejor cortometraje para The new tenants, Star Trek (ya veis, Star Trek en los Oscar) por maquillaje, corto documental para Music by Prudence, documental para The cove, vestuario para The young Victoria, y por supuesto, mejor largometraje animado para Up, ganando así su segundo Oscar.

En resumen, The Hurt Locker fue la gran vencedora con seis estatuillas, frente a los tres de Avatar. En un tercer puesto empate de Precious, Crazy Heart y Up, con dos Oscar cada una, y finalmente The Blind Side e Inglourious Basterds, con tan solo uno, aunque la presencia de Tarantino en ocho nominaciones de tal evento, es en si una victoria para el cine.

En fin, una gran gala, grandes anécdotas, grandes personajes y grandes películas que vuestro redactor se pasaría la vida comentando, pero creo que será mejor dejarlo aquí. Y a pesar de todo lo que pueda decir y opinar un servidor, denle una oportunidad a cualquier película que estuviera nominada anoche, pues realmente con obras como The Hurt Locker, Avatar, Inglourious Basterds, An Education o Up, entre otras, podemos afirmas sin lugar a dudas que el 2009 ha sido un gran año para el séptimo arte. Disfruten de las que no hayan tenido oportunidad de ver, y miremos también a lo que nos depara el 2010. Gracias por leer, y que tengan un buen día.

Adrián Díaz

sábado, 6 de marzo de 2010

Noche de premios

Muy buenas, bloggers, estrenamos este espacio dedicado al cine, a la música, al arte en general y a la particular vida de sus creadores, en el día que precede a la gran noche de los Oscar. Este año, como todos sabréis, contamos con la incorporación de otras cinco películas extra a la lista de las cinco de siempre que compiten por la estatuilla al mejor filme. Nada menos que diez películas rivalizaran este año por el premio más prestigioso del séptimo arte, algunas de ellas dudosamente merecedoras de tal galardón. La lista de nominadas, pues, es la siguiente:

-Avatar
-An Education
-The Blind Side
-District 9
-Inglourious Basterds
-The Hurt Locker
-A Serious Man
-Precious
-Up
-Up In The Air

Parten como favoritas Avatar, estrella en los Golden Globes, y The Hurt Locker, triunfadora en los BAFTA, con el picante añadido del antiguo matrimonio entre los directores de ambas, respectivamente el Sr. James Cameron y Kathryn Bigelow.

Difícil decir cual se erigirá ganadora: si fuera por vuestro poco humilde redactor, ninguna lo haría, pero todo parece indicar que Avatar, favorita del público estadounidense, será la triunfadora de la noche, con mejor película, mejor director, y todas esas cosillas de los efectos especiales. Fuera de toda esperanza ganadora, tenemos autenticas joyitas como An Education o A Serious Man, ausencias imperdonables como Nine, e inexplicables nominaciones como Precious (lo siento, una película así nunca merecería ver la sala de proyección).

Por otra parte, tenemos al Sr. Tarantino con sus Bastardos, que (ni él se lo debe creer aún) están nominados nada menos que a ocho premios. Aunque merecedor de varios de ellos, sin duda Christoph Waltz conseguirá hacerse con el mejor actor de reparto por su interpretación del general nazi Hans Landa (como ya hizo en los Globos y en los BAFTA) y rezaremos porque este western bélico, como su propio autor lo llama, se lleve también el mejor guión original, aunque lo tendrá difícil contra The Hurt Locker y A Serious Man, lo último de los hermanos Coen. Dato curioso también la presencia de Up en las nominaciones (si mis fuentes no me fallan, es la primera película de animación nominada a mejor película desde La Bella y la Bestia, en la ceremonia de 1991).

En mejor actor, parte como favorito el Sr. Jeff Bridges, el "dude" en persona, por su interpretación en Crazy Heart, compitiendo contra un correcto George Clooney en Up in the air, un gran Jeremy Renner por The Hurt Locker, Morgan Freeman por Invictus, y Colin Firth por A Single Man. Sigo ofendiéndome de manera superlativa por la ausencia de la sublime Nine a lo largo de toda la ceremonia, y por consiguiente la del gran Daniel Day-Lewis en mejor actor (aunque obviamente no necesita más premios para que nos demos cuenta de que es el mejor intérprete del mundo actualmente), o la de otro sublime Rob Marshall, que sigue haciendo un brillante trabajo con el cine (no olvidemos que su especialidad es el teatro).

Respecto a mejor actriz, Sandra Bullock tiene todas las papeletas por The Blind Side, aunque un servidor sigue enamorado de la dulcísima Carey Mulligan en An Education. También compiten Gabourey Sidibe, protagonista de Precious, Helen Mirren por The Last Station, y una triunfadora en los Globos, la legendaria Meryl Streep por Julie & Julia.

Mejor actor de reparto, por supuesto, ni que decir tiene, el gran Christoph Waltz se lo llevará sin opción a debate, el gran actor del año. Tendrán que estar presentes en la ceremonia, de todas formas, Matt Damon, por Invictus, Woody Harrelson por The Messenger, Cristopher Plummer por The Last Station y Stanley Tucci por The Lovely Bones.

En su equivalente femenino, tenemos a las dos co-protagonistas de Up in the air, Vera Farmiga y Anne Kendrick, Maggye Gyllenhaal por Crazy Heart, una celestial Penelope Cruz por Nine (nominada por segundo año consecutivo), y la favorita y ganadora del Globo de Oro, Mo'Nique, por su papel en Precious. Como habréis observado, a vuestro redactor no le entusiasma dicho film, pero tengo que reconocer que hace un papel digno de reconocimiento, ella no tiene la culpa, no ha escrito el guión...

En cuanto a los guiones, The Hurt Locker parte como favorito para el original (crucemos los dedos por Inglourious), compartiendo nominación con Up, Inglourious Basterds, The Messenger y A Serious Man. En guión adaptado tenemos un clarísimo candidato en Up in the air, compitiendo contra Precious, In The Loop, An Education y District 9.

Respecto a otras categorías, veremos probablemente como lo último del gran Haneke, La cinta blanca, se lleva la mejor película de habla no inglesa, y la mejor banda sonora (premio fetiche de vuestro redactor) estará bien reñida entre Avatar, por James Horner, la última genialidad de Hans Zimmer en Sherlock Holmes, las encantadoras melodías de Up, por Michael Giacchino, los siniestros temas de The Hurt Locker, por Marco Beltrami y Buck Sanders y Fantastic Mr. Fox, por Alexandre Desplat. Deseemos también que nuestro representante nacional en la ceremonia, el genial corto La dama y la muerte, se alce con la estatuilla al corto de animación. Obviamente, Up se llevará el de largometraje.

Nada más por hoy, esperemos con impaciencia a la ceremonia y veamos con decepción como Avatar y The Hurt Locker apalean sin piedad a obras muy superiores. Esperemos que disfruten de una buena velada, acompañados esta vez de Alec Baldwin y Steve Martin.

Nos vemos en Hollywood!

Adrián Díaz